Este es el tipo de conflicto que envenena los ambientes de trabajo. Su foco se desvía de la tarea y se centra en las personas, las personalidades, los egos y los errores pasados. La intención subyacente a menudo es oculta y egoísta: desestabilizar, ganar poder personal, o desacreditar a colegas o superiores. La comunicación se vuelve tóxica y combativa, operando bajo una mentalidad de "yo gano, tú pierdes" (win−lose) o, en los peores casos, "yo pierdo, pero tú también" (lose−lose). Este conflicto afectivo erosiona la confianza, crea un ambiente de miedo, reduce drásticamente la productividad y fomenta altas tasas de rotación.